Autorretrato - 1895


Tamaño (cm): 60x75
Precio:
Precio de venta£210 GBP

Descripción

Vilhelm Hammershøi, un maestro danés del simbolismo y del uso sutil de la luz, se presenta con su "Autorretrato" de 1895 como un testimonio de la introspección y la melancolía inherente a su obra. En esta pintura, el artista se retrata con una fusión de dignidad y vulnerabilidad, invitando al espectador a una profunda reflexión sobre la identidad y la existencia.

En la composición se puede observar una figura masculina que centraliza la atención. Hammershøi se presenta con una expresión serena, su mirada directa, pero distante, sugiere una convergencia entre el yo interno y el mundo exterior. La elección de un fondo oscuro permite que su figura se destaque, generando un contraste que acentúa su introspección. La paleta de colores es restringida, predominantemente en tonos oscuros con matices de gris y marrón, lo que actúa como una metáfora visual del estado emocional del autor, presentando la erudición del autor en como manejar las sombras y la luz para evocar un sentido de profundidad.

Un aspecto notable del uso del color es su capacidad para comunicar una atmósfera de aislamiento, que es un tema recurrente en gran parte de su obra. Imágenes de soledad maestra y espacios vacíos caracterizan el trabajo de Hammershøi, reflejando un sentido de introspección que resuena con la estética simbólica de su época. Sin embargo, a pesar de la aparente desolación, hay una elegancia en la forma en que se presenta la figura; lleva un abrigo oscuro, que realza su formalidad y porte. Este abrigo puede implicar tanto una barrera como una protección contra el mundo exterior.

El uso de la luz en el autorretrato es igualmente fundamental. Hammershøi demuestra un dominio en la forma en que la luz ilumina su rostro, esparciendo sombras sutiles que dan forma y volumen a sus rasgos. Este juego de luces y sombras les permite comunicar una complejidad emocional que provoca preguntas sobre su estado de ánimo. Al igual que en otras obras suyas, se siente un aura de quietud que obliga al espectador a pasar tiempo contemplando no solo el autorretrato, sino también el contexto de su existencia.

Es interesante notar que Hammershøi es conocido por su habilidad para evocar lo sublime en lo cotidiano, un rasgo que se manifiesta en este autorretrato a través de la sutil representación de la humanidad. En comparación con otros retratos contemporáneos, la elección de no rodearse de objetos ornamentales o de figuras adicionales reforzar la singularidad del individuo. El enmarcado de la obra, a su vez, proporciona un diálogo visual que enmarca el ser en su propia esencia.

Aunque el “Autorretrato” puede parecer a primera vista un reflejo despojado de la personalidad, encierra una complejidad emocional que trasciende el tiempo. Hammershøi no solo se mira a sí mismo, sino que invita al espectador a descubrir un fragmento de su propia existencia, planteando preguntas sobre la soledad, la identidad y el entendimiento personal. La obra de Hammershøi continúa resonando hoy, llevándonos a un lugar donde la contemplación del yo se convierte en una forma de arte.

Al contemplar "Autorretrato - 1895", el espectador se encuentra no solo ante el rostro de un artista, sino ante un espejo que refleja la fragilidad y fortaleza del espíritu humano, así como la maestría de un pintor cuya obra desafía el tiempo e invita a una continua búsqueda de significado.

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