Fruta - 1886


Tamaño (cm): 60x60
Precio:
Precio de venta£187 GBP

Descripción

La obra "Fruta" (1886) de Paul Gauguin es un brillante ejemplo de la transición en el viaje artístico del pintor, reflejando su creciente interés por el simbolismo y la exploración de lo exótico, muy en particular en un periodo de su vida en el que comenzaba a distanciarse de las convenciones del impresionismo que dominarían su obra anterior. En esta pintura, promovida por un uso audaz del color y una composición bien definida, el espectador es invitado a contemplar la abundancia y la sensualidad del mundo natural.

La obra presenta un variado despliegue de frutas dispuestas sobre una superficie plana, creando un diálogo entre formas y colores. Las tonalidades vibrantes de las frutas —desde los tonos cálidos del amarillo y el rojo hasta los verdes profundos— son características del estilo de Gauguin en esta etapa, que destaca por sus colores no naturalistas y la intención de transmitir emociones a través del color más que a través de representaciones fieles de la realidad. Esta técnica no solo revela su habilidad técnica, sino su deseo de comunicar una experiencia sensorial, invitando al espectador a experimentar un sentido de abundancia y placidez.

El hecho de que las frutas estén dispuestas de una manera relativamente abstracta, en comparación con las naturalezas muertas tradicionales, sugiere un énfasis en la estética que trasciende lo puramente representativo. Este tipo de disposición también es indicativa de la influencia de las tradiciones artísticas no occidentales, algo que Gauguin valoraría profundamente en su búsqueda constante de nuevos significados y experiencias.

Si bien la pintura no presenta figuras humanas, la forma en que las frutas son organizadas puede insinuar una narrativa implícita. La cercanía y la disposición de las diferentes variedades de frutas parecen comunicarse entre sí, creando una especie de diálogo visual. Además, su característico fondo de color oscuro o terrenal resalta aún más la brillantez de los colores de la fruta, evocando un sentido de profundidad que a la vez ancla los objetos al espacio y los eleva en un plano casi espiritual.

El uso de líneas y formas en "Fruta" es otra característica notable; los contornos de las frutas son sólidos y definidos, lo que contribuye a la sensación de monumentalidad y presencia. Esto no es solo una elección estética, sino que también refleja la ideología artística de Gauguin de extraer la esencia de su sujeto, pasando por encima de la superficialidad de la mera representación.

Gauguin, trasladándose a diferentes culturas, especialmente a su tiempo en Tahití, comenzaría a incorporar este enfoque en su obra, buscando un arte que resonara con una espiritualidad más profunda. "Fruta", aunque situada en sus años en Francia, ya anticipa esta dirección creativa. Esta búsqueda de lo primitivo y lo originario en un contexto cada vez más industrializado es un hilo conductor en su obra posterior y es clave para entender su legado.

La simplicidad y la claridad de "Fruta" reflejan la maestría de Gauguin en la selección de elementos que a menudo se tornan cargados de significaciones. Observando esto, el espectador puede indagar en el simbolismo que cada fruta inherentemente posee, desde la representación de la fertilidad hasta la celebración de la vida. La obra no solo es una exhibición visual, sino una invitación a reflexionar sobre nuestras propias percepciones de la naturaleza, la forma y el color. En última instancia, "Fruta" se erige como un claro testimonio del estilo innovador de Gauguin, quien a través de su trabajo, continúa inspirando una introspección sobre la naturaleza del arte y su relación con el mundo.

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