Descripción
Pintada en 1921, la representación descarada de Zuloaga de Marcelle Souty reclinada en el estudio del artista en París es uno de sus retratos más audaces y posiblemente su mejor pintura de desnudos.
La obra es una culminación notable de una serie de óleos a gran escala del modelo que Zuloaga pintó durante un período de siete años. Con solo un 'fascinador' rojo recortado alegremente en la parte superior de la cabeza, y una mantilla de encaje colgando lánguidamente sobre su hombro derecho y parte superior del brazo, Madame Souty posa decorosamente desnuda sobre una rica cortina verde mientras mira hacia la derecha del espectador.
Su Media sonrisa y mirada inquebrantable expresa un aire enigmático de fría indiferencia. Los atrezzo de estudio que envuelven la maqueta evocan una cultura y herencia para Zuloaga que se remonta a siglos atrás: un tapiz del siglo xVIII actúa como telón de fondo; en la parte detrás del tapiz se vislumbran fotografías de obras de El Greco y Velázquez.
Sin embargo, la franqueza de la pose de Souty, su decadencia implícita reflejada en la caída de la tapicería verde del sofá, evoca una modernidad totalmente acorde con el nuevo mundo y el orden social que surgió inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial.
La obra es una culminación notable de una serie de óleos a gran escala del modelo que Zuloaga pintó durante un período de siete años. Con solo un 'fascinador' rojo recortado alegremente en la parte superior de la cabeza, y una mantilla de encaje colgando lánguidamente sobre su hombro derecho y parte superior del brazo, Madame Souty posa decorosamente desnuda sobre una rica cortina verde mientras mira hacia la derecha del espectador.
Su Media sonrisa y mirada inquebrantable expresa un aire enigmático de fría indiferencia. Los atrezzo de estudio que envuelven la maqueta evocan una cultura y herencia para Zuloaga que se remonta a siglos atrás: un tapiz del siglo xVIII actúa como telón de fondo; en la parte detrás del tapiz se vislumbran fotografías de obras de El Greco y Velázquez.
Sin embargo, la franqueza de la pose de Souty, su decadencia implícita reflejada en la caída de la tapicería verde del sofá, evoca una modernidad totalmente acorde con el nuevo mundo y el orden social que surgió inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial.