Una Niña Enferma - 1928


Tamaño (cm): 60x60
Precio:
Precio de ventaруб20.000,00 RUB

Descripción

El lienzo "Una Niña Enferma" de 1928, obra maestra de Mikhail Nesterov, es un compendio de emociones y técnica que se funden para crear una imagen tan conmovedora como inquietante. Nesterov, uno de los íconos del simbolismo ruso y un precursor del realismo mágico en Rusia, logra trasmitir a través de esta obra una narrativa de fragilidad y ternura que trasciende el tiempo y el espacio.

Ante todo, es imperioso observar la composición general del cuadro. La figura central y única de la pintura es la de una joven que yace en la cama. Su rostro, pálido y demacrado, revela un cuadro delicado de enfermedad, sugerido tanto por su expresión abatida como por la posición reclinada que refuerza su vulnerabilidad. La cama y su entorno inmediato están hábilmente representados con una simplicidad que contrasta potentemente con la profundidad emocional que evocan. La niña reposa contra una almohada cuya suavidad parece de terciopelo, envolviéndola en una atmósfera de comodidad a pesar de su evidente estado de angustia física.

El uso del color por parte de Nesterov merece una mención especial. Los tonos fríos predominan, con una paleta dominada por grises, blancos y azules desaturados que contribuyen a la sensación de desasosiego y seriedad. Sin embargo, hay elementos de cálidos ocres y terrosos en el mobiliario y la piel de la niña que contrastan, introduciendo una tenue esperanza y humanidad. Esta mezcla magistral de colores sirve para no solo enfatizar el clima emocional de la escena, sino también para subrayar los aspectos febriles y mortecinos de la condición de la niña.

Notable también es la luz en esta pintura. Nesterov utiliza una iluminación suave y difusa que baña toda la escena de manera uniforme, sin fuertes contrastes ni sombras implacables. Esto añade una sensación de calma contemplativa que invita al observador a meditar sobre la condición de la joven enferma, en lugar de ser distraído por detalles innecesarios.

El fondo de la obra, aunque austero, es significativo. Se puede discernir la arquitectura media entre líneas suaves y simples, sugiriendo la intimidad de un hogar. Las paredes y el mobiliario presentan trazos sencillos, casi minimalistas, permitiendo que el espectador centre su atención exclusivamente en la figura central.

La ventana al fondo que deja entrever un paisaje invernal añade una capa más de simbolismo. La naturaleza muerta y helada fuera del recámara parece reflejar el estado interno de la niña, haciendo eco de su fragilidad y sufrimiento. Esta ventana, sin embargo, no solo actúa como un espejo de su condición, sino que también se convierte en una metáfora de esperanza y escape: un vistazo hacia el exterior mientras el mundo sigue su curso natural.

Mikhail Nesterov, con "Una Niña Enferma", logra una de sus obras más conmovedoras y personalizadas. Fiel a sus raíces en el simbolismo, pone de relieve no solo la vulnerabilidad física de la juventud, sino también una pureza y serenidad espiritual que trasciende el dolor corporal. Es una pintura que invita a una reflexión profunda sobre la fragilidad humana, la enfermedad y la perseverancia del espíritu, estableciendo un diálogo silencioso y eterno entre la obra y el espectador. En definitiva, "Una Niña Enferma" es una pieza que no solo destaca sobre las obras de su tiempo sino que sigue resonando poderosamente en la actualidad, una verdadera muestra del genio artístico de Nesterov.

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