La Dama De Shalott - 1888


Tamaño (cm): 75x55
Precio:
Precio de venta$213.200 CLP

Descripción

La obra "La Dama de Shalott," completada en 1888 por John William Waterhouse, es un ejemplo emblemático del simbolismo y el romanticismo victoriano. Inspirada en el poema de Alfred Lord Tennyson, la pintura refleja la narrativa trágica de la dama atrapada en un encantamiento, condenada a un aislamiento donde su única forma de percibir el mundo exterior es a través de un espejo. Esta obra no solo es un testimonio del dominio artístico de Waterhouse, sino también una meditación profunda sobre la soledad y el destino.

Desde el primer vistazo, la composición de la pintura atrapa a la audiencia con su delicada perspectiva. La dama, situada en el centro, está rodeada de un entorno natural exuberante que contrasta con su figura melancólica. La forma en que sus brazos caen, casi en un gesto de rendición, habla de su lamento, y su mirada distante evoca una profunda tristeza. Este poseído equilibrio entre la figura central y el paisaje que la rodea es un elemento característico en la obra de Waterhouse, que a menudo se enfoca en el vínculo entre el ser humano y la naturaleza.

La paleta de colores que utiliza Waterhouse es rica y cálida, predominando los tonos dorados y verdosos que sugieren tanto un ambiente de ensueño como una inminente desolación. Los reflejos del agua, así como las flores suaves que adornan el fondo, sumergen a la señora de Shalott en un mundo que es a la vez vibrante y, sin embargo, tragicamente ajeno. El uso del color no solo contribuye a la belleza estética de la obra, sino que también agrega a la atmósfera de ensueño que es característico de la narrativa de Tennyson.

Un aspecto fascinante de "La Dama de Shalott" es la representación previa de la baja de su figura central. En el lienzo, se puede ver a la dama sosteniendo una gran tela que sugiere la actividad de tejer, una práctica que simboliza su vida de creación y su conexión con el arte, al tiempo que subraya su aislamiento. A su lado hay un espejo que refleja el mundo exterior, y aunque ella viene revestida de belleza, la incapacidad de interactuar con su entorno refuerza el sentido de lejanía y fatalismo que envuelve a la figura.

La figura de la dama, que combina gracia y vulnerabilidad, se apoya en un marco de naturaleza vibrante y sutilmente inquietante. La elección de Waterhouse de rodearla de elementos del folclore y la mitología, como las flores, representa un intento de fusionar lo real con lo fantástico, una técnica que resuena profundamente con el simbolismo de la época.

Waterhouse, un destacado proponente del movimiento prerrafaelita, se basó en una estética que abogaba por un retorno a la belleza y la emotividad en el arte. A menudo, sus obras exploran temas de mujeres míticas y trágicas, fusionando un ideal de belleza con un concepto de sufrimiento. "La Dama de Shalott" es una manifestación perfecta de esta fusión, cargada de emociones que atraviesan el tiempo.

La falta de figuras masculinas en la obra es igualmente significativa. La ausencia de la figura de Lanzarote, que en el poema llega a través del reflejo y representa la tentación y la pasión, subraya la tragedia de su destino. Esta elección de Waterhouse puede interpretarse como un intento de enfatizar la autonomía de la dama, incluso en su estado de pasividad, atrayendo al espectador hacia su doloroso confinamiento.

En un contexto más amplio, "La Dama de Shalott" no solo se encuentra en conversación con otras obras de Waterhouse, sino también con el arte de su tiempo, donde la exploración de la subjetividad femenina y el simbolismo eran temas emergentes. Este lienzo es un diálogo silencioso, una invitación a reflexionar sobre las complejidades del deseo, el aislamiento, y el anhelo de conexión.

En suma, "La Dama de Shalott" es una obra rica que abarca no solo la habilidad técnica de Waterhouse, sino también una profunda inmersión en la tradición literaria y simbólica de su época. Cada trazo de su pincel parece contar tanto una historia visual como una reflexión poética, dejando al espectador con una sensibilización hacia el dolor del ser humano atrapado entre el deseo y la realidad.

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