Bodegón Con Mangos E Hibiscos - 1887


Tamaño (cm): 75x50
Precio:
Precio de venta$204.700 CLP

Descripción

La obra "Bodegón con mangos e hibiscos" de Paul Gauguin, pintada en 1887, es una fascinante manifestación del estilo postimpresionista que el artista comenzó a desarrollar en los años previos a su partida a Polinesia. Este bodegón, aunque aparentemente sencillo en su temática, revela una profundidad visual y simbólica que es característica del enfoque innovador de Gauguin hacia la pintura.

Al observar la composición, la obra muestra un delicado equilibrio entre el color y la forma. Gauguin utiliza una paleta vibrante en la que los amarillos, verdes y rojos se entrelazan, creando un diálogo visual que cautiva al espectador. Los mangos, representados de forma casi sensual, parecen brillar con una luminosidad propia, mientras que las flores de hibisco añaden un toque de exotismo al conjunto. La forma en que el artista agrupa los elementos sugiere una búsqueda de armonía, contrarrestando la fragmentación del espacio a través de la ubicación estratégica de las frutas y las flores. Este principio compositivo se convierte en un contraste intrigante con las formas más agudas y geométricas del fondo, haciendo que los objetos en primer plano resalten con un magnetismo casi palpable.

Gauguin se adentra en el simbolismo a través del uso del color. Cada tonalidad parece transmitir no solo una sensación estética, sino también una carga emocional. El amarillo vibrante de los mangos puede asociarse a la calidez y a la fertilidad, mientras que los rojos profundos de las flores de hibisco evocan la pasión y la vida. A través de esta elección cromática, Gauguin logra crear una obra que no solo es visualmente atractiva, sino que también invita al espectador a reflexionar sobre el significado y la vida detrás de estos elementos naturales.

En esta pintura, no hay figuras humanas que dirijan nuestra atención, lo cual es un rasgo distintivo del estilo de Gauguin. Al eliminar figuras, el artista tiene la libertad de explorar la esencia de los colores y las formas en su estado más puro. Esta elección refuerza la idea de que la naturaleza, en sí misma, posee belleza y significado suficiente para ser el tema central del arte. Este principio es también coherente con la evolución del maestro hacia un arte que busca traducir emociones a través de la representación de la naturaleza y el uso del color.

Como parte de su producción de la década de 1880, “Bodegón con mangos e hibiscos” se sitúa en un contexto donde Gauguin comenzó a distanciarse del impresionismo y a experimentar con aspectos más simbólicos y decorativos de la pintura. En esta obra, se siente una premonición del giro hacia la síntesis y el uso del color aplicado en obras posteriores en su carrera, especialmente en sus representaciones de Tahití. A través de su enfoque, Gauguin anticipa el paso hacia un arte que desafía las convenciones, lo que eventualmente influiría en movimientos posteriores del arte moderno.

En conclusión, "Bodegón con mangos e hibiscos" es más que un mero arreglo de frutas y flores; se trata de un compendio de emociones, colores y simbolismos. La obra da testimonio de la evolución artística de Gauguin y su capacidad para transformar lo cotidiano en un espacio de reflexión emocional. Así, la pintura se consolida como una pieza esencial no solo en la carrera del artista, sino también en la historia del arte, al presagiar un camino que alejaría a la pintura de la mera representación y hacia una búsqueda más profunda de la verdad a través del color y la forma.

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