Llamado A La Revolución Y Mesa De La Hermandad Universal (Regreso A Casa Del Trabajador Del Nuevo Día) - 1931


Tamaño (cm): 75x15
Precio:
Precio de venta$144.700 CLP

Descripción

La obra "Llamado a la Revolución y Mesa de la Hermandad Universal (Regreso a Casa del Trabajador del Nuevo Día)" de José Clemente Orozco, pintada en 1931, es una poderosa expresión de los ideales sociales y políticos que caracterizan el trabajo del maestro muralista mexicano. Orozco, figura central del muralismo mexicano junto a Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, utiliza su particular estética para plasmar una narrativa profunda que invita a la reflexión sobre la lucha del individuo en busca de justicia y fraternidad.

En esta obra, Orozco opta por una composición que atrae al espectador hacia un conjunto complejo de figuras y símbolos. En el centro de la pintura, una mesa representa la fraternidad universal, un motivo recurrente en el arte que alude a la inclusión, la comunidad y el diálogo entre los pueblos. Sin embargo, se percibe un contraste notable entre la mesa, que evoca la esperanza y la unión, y las acciones y expresiones de los personajes que la rodean, quienes parecen estar inmersos en la lucha y la resistencia.

Los personajes en la obra son representados con un fuerte sentido de dinamismo. La figura central, vista en un plano más próximo, parece convocar a otros hacia la mesa, como si fuera un líder o un guía. Esta representación no solo de un héroe, sino de un colectivo que busca la emancipación, es característica del estilo de Orozco, quien frecuentemente retrata la lucha del ser humano en su relación con el poder. La expresividad de las figuras se acentúa a través de sus gestos y actitudes, que comunican un amplio espectro de emociones, desde la determinación hasta el sufrimiento.

El uso del color en esta obra es fundamental para captar la esencia del mensaje que Orozco quiere transmitir. Predominan los tonos oscuros que sugieren la opresión, contrastados con toques de luz que destacan la esperanza del nuevo día. Este juego de luces y sombras, tan característico de su estilo, no solo da volumen a las figuras, sino que refuerza la dramática atmósfera de la escena, invitando al observador a cuestionar su papel en el discurso social y político.

Orozco se distancia de la idealización de la figura humana, presentando en su lugar una visión más cruda y realista del ser humano en lucha. Este enfoque enfatiza la vulnerabilidad del trabajador, incluso en su camino hacia la redención y la pertenencia. La obra puede ser interpretada como una crítica al sistema social y político de la época, resonando con las inquietudes de un México en proceso de cambio después de la Revolución.

En el contexto del muralismo, "Llamado a la Revolución y Mesa de la Hermandad Universal" se sitúa entre otras obras de Orozco como "El hombre de fuego" o "Prometeo", donde también se reflejan tensiones entre el individuo y la sociedad, así como la búsqueda de un ideal más justo. La obra se convierte en un llamado no solo a la acción, sino a la reflexión sobre la condición humana y nuestras responsabilidades dentro de una comunidad.

Al considerar esta pintura, encontramos que Orozco no solo está realizando una representación artística, sino que está estableciendo un diálogo continuo entre el pasado y el presente, la lucha y la esperanza, el individuo y la colectividad. Su visión se mantiene vigente, desafiando al espectador a reconocerse en la lucha por un futuro más equitativo y unido. "Llamado a la Revolución y Mesa de la Hermandad Universal" trasciende la obra pictórica para convertirse en un ícono del anhelo de justicia social, un llamado que sigue vivo en nuestros días.

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