Descripción
Kazimir Malevich, el pionero del suprematismo, opera una transmutación completa del plano pictórico en su obra Construcción Suprematista de 1915. Este lienzo, emblemático en su contribución a la vanguardia del arte abstracto del siglo XX, nos invita a una meditación profunda sobre la esencia del arte, despojándose de cualquier vestigio de representación mimética.
La composición se revela como un ballet geométrico de formas austeras, donde cuadrados, rectángulos y líneas convergen y divergen en un espacio sin horizontes ni coordenadas reconocibles del mundo tangible. Las figuras geométricas, implementadas con una precisión casi científica, se superponen creando un sutil dinamismo. Estas formas parecen flotar en un fondo blanco inmaculado, un vacío que se convierte en un universo puramente conceptual.
En cuanto al color, Malevich emplea una paleta contenida pero audaz: rojos, negros y ocres dominan la escena, contrastando dramáticamente con el fondo blanco. Dichos colores no son simplemente decorativos; en el suprematismo, el color adquiere una autonomía formal, revelando la preocupación de Malevich por captar lo absoluto y lo infinito en la bidimensionalidad. La elección del rojo, vibrante y enérgico, contrasta potentemente con la austeridad del negro y la neutralidad del ocre, creando una tensión visual que enfatiza la jerarquización y el movimiento de los elementos dentro de la composición.
Importante es destacar que en esta obra no hay personajes en el sentido tradicional. La ausencia de figuras humanas o cualquier forma de representación de objetos cotidianos reitera la filosofía suprematista que busca una percepción pura y directa de la composición formal y cromática. Malevich propugna que el arte debe referirse solamente a sí mismo, liberándose de la costumbre de narrar historias o representar la realidad visible.
Un aspecto crítico menos conocido, pero importante de la obra y del movimiento en general, es el contexto histórico de su creación. Construcción Suprematista surge en un periodo convulso: la Rusia zarista está al borde de la revolución. En este clima, Malevich desafía no solo las tradiciones artísticas, sino también los fundamentos sociopolíticos de la época, propugnando por un lenguaje visual que refleje un nuevo orden espiritual y conceptual.
En la comparación, podríamos mencionar obras del mismo período, como su revolucionario Cuadrado negro (1915), que marca el cenit del movimiento suprematista, donde reduce la pintura a su expresión más elemental. Construcción Suprematista, por otro lado, considera una mayor interacción de formas geométricas, proponiendo un diálogo dinámico entre ellas, y ampliando el campo de investigación de Malevich más allá del absoluto monocromático.
En suma, Construcción Suprematista de Kazimir Malevich es un hito crucial en la evolución del arte abstracto. La insistencia de Malevich en la autonomía del arte, donde la pureza de la forma y el color estructuran una nueva realidad, sigue resonando en el pensamiento contemporáneo. Malevich nos ofrece, no una ventana al mundo visible, sino una puerta hacia el universo del pensamiento puro y la percepción directa, donde el arte existe por y para sí mismo.
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