Retrato De Madelaine Bernard - 1888


Tamaño (cm): 50x60
Precio:
Precio de venta6,357.00TL

Descripción

El "Retrato de Madelaine Bernard" (1888) de Paul Gauguin se erige como una manifestación emblemática del comienzo de su estilo distintivo, caracterizado por la exploración emotiva del color y la figura humana. Esta obra representa a Madelaine Bernard, quien fue una figura significativa en la vida de Gauguin, tanto en el ámbito personal como en su desarrollo artístico. En esta pintura, se puede observar una serenidad que emana de su comporamiento y su expresión sugiere una conexión íntima con el artista, inscribiendo al retrato dentro de la tradición del retrato al mismo tiempo que lo aleja de un mero examen superficial.

La composición se estructura con un fondo que se fusiona en un esquema de colores cálidos y terrosos, creando una atmósfera envolvente que rodea la figura central. Gauguin utiliza una paleta restringida que oscila entre los rojos apagados y los amarillos cálidos, con toques de verde que parecen susurrar a la vegetación y al entorno natural, asistiendo en el establecimiento de una atmósfera casi onírica. La forma en que el color se distribuye en la vestimenta de Madelaine y el fondo del cuadro no solo realza su figura, sino que también habla de la interdependencia del sujeto con el contexto en el que se sitúa.

Madelaine Bernard se presenta con un rostro que refleja una calma introspectiva, en sintonía con el modo en que Gauguin trabajaba para capturar no solo la apariencia externa, sino también la esencia interna de sus modelos. Sus ojos, en particular, son penetrantes y parecen invitarnos a una conversación silenciosa, un rasgo característico de la obra de Gauguin que invita a la introspección tanto del espectador como del retratado. La representación de Madelaine, en su indumentaria y postura, sugiere una dignidad y resistencia que resuenan con el interés de Gauguin en las figuras humanas que retrataba.

Desde un enfoque técnico, se debe mencionar el uso de contornos delineados que acentúan las formas, un aspecto que se convierte en uno de los sellos de identidad del estilo postimpresionista que Gauguin estaba desarrollando. Las lineas fluidas y el uso del color plano se observa también en obras contemporáneas de otros artistas de su círculo, como Émile Bernard, y en las obras de su posterior influencia en el arte moderno.

El "Retrato de Madelaine Bernard" no solo es un reflejo de la relación personal del artista con Madelaine, sino también un puente hacia la exploración emocional y estética que Gauguin seguiría desarrollando en sus trabajos posteriores en Polinesia, donde el uso simbolista del color y la forma alcanzaría nuevas cumbres. A través de esta obra, Gauguin se nos revela como un precursor de la modernidad, un buscador de la verdad dentro de la complejidad humana, y así el retrato destruye las convenciones relacionadas con la simple representación, proporcionando un vistazo a la psique del sujeto y, a su vez, al alma del propio artista.

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