Procesión De Flagelantes - 1793


Tamaño (cm): 75x45
Precio:
Precio de venta2 606 SEK

Descripción

En "Procesión de Flagelantes", pintada en 1793, Francisco Goya nos sumerge en un universo palpitante de fervor religioso y angustia emocional, donde el acto de la flagelación se presenta como un ritual tanto poderoso como perturbador. Esta obra maestra es un reflejo del contexto socio-religioso de la España del siglo XVIII, un momento en el que la devoción extrema y las prácticas penitenciales estaban profundamente arraigadas en la cultura española. Goya, conocido por su aguda capacidad de observación y su estilo innovador, utiliza esta obra para ofrecer una crítica implícita a la violencia espiritual que pueden inducir las creencias dogmáticas.

La composición de la pintura es a la vez dinámica y tensa. En el centro de la obra, un grupo de flagelantes marcha en una procesión, sus figuras se agrupan en un frágil equilibrio, creando un sentido de unidad en su desesperación. Los cuerpos alargados, envueltos en túnicas oscuras, parecen moverse en una coreografía de dolor y devoción. Goya se apoya en una paleta terrosa que enfatiza la gravedad del acto, contrastando el negro de las vestimentas con el fondo sombrío, lo que amplifica la atmósfera de solemnidad y sufrimiento. El uso de tonos apagados no solo proporciona un sentido de austera realidad, sino que también evoca la seriedad del acto de la flagelación.

Los rostros de los flagelantes, aunque parcialmente oscurecidos, irradian un ligero brillo que insinúa distintas emociones: desesperación, fervor y, posiblemente, un trance religioso. Este uso de la luz y sombra es característico en el trabajo de Goya, quien encuentra en el claroscuro una herramienta poderosa para alejar al espectador de lo trivial y sumergirlo en la psique colectiva de su tiempo. Además, la disposición de los personajes sugiere un movimiento hacia adelante, como si el grupo estuviera en un viaje inexorable hacia su propio dolor legítimo, simbolizando una dimensión de sacrificio que está imbuida de significativa ambivalencia.

Un aspecto interesante de "Procesión de Flagelantes" es el eco de la tradición de los maestros del arte barroco, donde la representación del sufrimiento y la devoción era común, pero Goya aquí introduce un estilo más personal y crítico que prefigura su famoso enfoque de retratar la noche de la razón y la locura. Su interés por las luchas humanas y la condición trágica se hace evidente en esta obra, que sirve tanto como un espejo de las prácticas de la época como un preludio a su futura crítica a la opresión, que culminará en obras tan notables como "Los desastres de la guerra".

A través de esta pintura, el espectador puede percibir el desgaste emocional y físico que sufren los individuos en el nombre de la religión. Goya, aunque profundo conocedor de la tradición artística que lo precedió, comienza a forjar su propio camino, instando a contemplar más allá de la mera imagen y adentrarse en el turbulento mar de las emociones humanas. Así, "Procesión de Flagelantes" se posiciona no solo como una mera representación de un ritual específico, sino como una reflexión sobre la naturaleza del sufrimiento y la búsqueda humana de redención, temas universales que trascienden su tiempo y continúan resonando en la actualidad. Goya, a través de su aguda mirada, nos obliga a confrontar no solo el acto, sino las motivaciones y las consecuencias que se encuentran detrás de cada flagelación en el camino hacia la fe.

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