1918 En Petrogrado - 1920


Tamaño (cm): 75x60
Precio:
Precio de venta1.069,00 lei RON

Descripción

En la obra "1918 En Petrogrado" de Kuzma Petrov-Vodkin, pintada en 1920, se despliega una vívida narrativa visual que encapsula la turbulencia y la fragilidad del periodo posterior a la Revolución de Octubre. Esta pintura no solo es una representación histórica, sino también un testimonio de los eventos sociopolíticos que moldearon esa época.

La composición de la obra es sorprendentemente audaz en su concepción espacial. Petrov-Vodkin emplea una perspectiva elevada, casi desde el punto de vista de un pájaro, que permite al espectador una vista panorámica de la escena. El uso de esta perspectiva no es accidental; proporciona una evocación más completa del entorno, permitiendo que el observador se empape de cada detalle y sienta la magnitud del momento capturado.

En el centro de la composición, una madre con un niño en brazos establece un punto focal emotivo. Este dúo es una clara alegoría de la esperanza y la continuidad en medio del caos y la inseguridad. Sus figuras se destacan por su serena dignidad y fuerza, a pesar de las adversidades que rodean su entorno. La paleta de colores utilizada por Petrov-Vodkin es igualmente destacada. Predominan los tonos terrosos y los ocres, que otorgan a la escena una cualidad casi etérea, un sentido de atemporalidad que desafía la dureza del realismo convencional.

El fondo revela una Petrogrado invernal, con edificios apenas esbozados, difuminados como sombras tras una neblina. Tal tratamiento del fondo no solo añade profundidad, sino que también refleja la incertidumbre y la desorientación de esos años. Es como si el propio Petrogrado emergiera de un sueño inquietante, desdibujado y melancólico, pero lleno de potencialidad latente.

Cada trazo y cada área de color reflejan la técnica magistral de Petrov-Vodkin, quien era conocido por su innovador enfoque en la organización espacial y su uso del color. En esta obra, su talento brilla al máximo, como lo demuestra la manera en que las estructuras arquitectónicas y los personajes humanos se integran en un todo cohesionado y armonioso.

Además, el simbolismo inherente a la pintura es notable. La figura maternal puede interpretarse como la propia Rusia, abrazando y protegiendo su futuro representado por el niño. La tensión entre la serenidad de la madre y el niño y la aparente desolación del entorno transmite una sensación de resiliencia y esperanza infalible, características de la psique rusa en esos tiempos difíciles.

Kuzma Petrov-Vodkin, a través de "1918 En Petrogrado", logra no solo una pieza de arte sino un documento histórico de inigualable valor. A través de sus ojos, somos invitados a explorar no solo una escena de la vida cotidiana durante un periodo tumultuoso, sino también a reflexionar sobre la experiencia humana en tiempos de cambio y sacrificios. Es, sin duda, una obra maestra que combina a la perfección técnica, narrativa y simbolismo, consolidando el legado de su autor como uno de los grandes maestros del arte ruso del siglo XX.

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