Descripción
Goya representa a San Francisco Javier en el momento de su muerte. El santo fue discípulo de San Ignacio de Loyola y fue un gran misionero jesuita en India y Japón. Aquí viste un hábito marrón grisáceo con una concha de peregrino y una mancha roja que se ha identificado con el cangrejo que, según la leyenda, rescató el crucifijo del santo cuando éste caía al mar, convirtiéndose en su atributo. El santo sostiene un crucifijo y mira al cielo, según cuenta la historia de su muerte, y destaca especialmente la expresión de su rostro. La figura del santo crea una acentuada diagonal, marcando su volumen esquemático, contrastando con sus manos, pies y rostro, que han sido ejecutados con mayor detalle. Sobre el santo hay dos angelitos, representados esquemáticamente sin detenerse en los detalles. Al fondo podemos ver las velas de dos barcos que hacen referencia a su labor como misionero en tierras lejanas. La obra era una imagen de devoción privada, por lo que Goya ha utilizado trazos rápidos y vigorosos.