Campesina Con Cubos Y Un Niño - 1912


Tamaño (cm): 60x60
Precio:
Precio de venta826,00 zł PLN

Descripción

Kazimir Malevich, el célebre pintor ruso y pionero del suprematismo, encontró en su obra “Campesina Con Cubos Y Un Niño” de 1912 una forma peculiar de expresar la vida rural de su tiempo. Esta pintura, situada cronológicamente en una etapa crítica de la carrera de Malevich, se inscribe en el periodo en el que el artista estaba en transición hacia el estilo suprematista que lo haría mundialmente conocido. Más que una simple representación de la vida rural, esta obra se erige como un preámbulo a su exploración abstracta de formas y colores.

La composición de la obra es, a primera vista, sencilla, pero expresa una complejidad latente. En ella, una figura femenina robusta, claramente identificable como una campesina, se representa de pie, ostensiblemente cargando dos cubos. A su lado, un niño pequeño, con semblante sereno, la acompaña. Los detalles faciales de ambos personajes carecen de especificidad, una característica que de inmediato nos remite a la técnica de Malevich en la que los aspectos figurativos se simplifican casi a lo geométrico para subrayar la universalidad del tema.

Los colores empleados en la pintura son vibrantes y contrastantes. La campesina viste una falda roja y una blusa blanca que destacan contra el fondo verde y azul. La elección del rojo no es fortuita; este color simboliza tanto la vitalidad como la vida dura del campo, elementos centrales en la obra de Malevich. Los cubos, pintados en tonos metálicos con insinuaciones grises y blancas, reflejan una atención al detalle en los objetos cotidianos que, como la figura humana misma, están representados de manera simple pero expresiva.

El fondo de la pintura, una mezcla de verdes profundos con manchas azules, apunta a un ambiente rural bucólico. Sin embargo, el paisaje en sí no se detalla, sino que sólo sirve de contexto, un telón abstracto que da protagonismo a los sujetos principales. Esta técnica es indicativa de la búsqueda de Malevich por reducir la pintura a sus componentes más esenciales, experimentando con los límites del realismo antes de dar el salto completo al abstraccionismo.

La obra también resuena con un sentido de movimiento contenida en las posturas de los personajes. La campesina parece estar en un momento de tranquila actividad, quizás transportando agua, mientras el niño mantiene una postura más estática. Esta dualidad resuena con la propia vida rural, que Malevich conocía bien: una rutina de trabajo y descanso, esfuerzo y quietud.

“Campesina Con Cubos Y Un Niño” es una ventana a un periodo formativo y transformador en la carrera de Malevich. Su técnica en esta pintura anticipa la revolución que vendría con su suprematismo, donde formas geométricas y colores puros gobernarían el lienzo. Esta obra es un puente entre su fase simbólica y la abstracción, capturando en su simplicidad gráfica un profundo sentido de la vida campesina rusa.

Aunque no es tan conocida como sus obras suprematistas más radicales, “Campesina Con Cubos Y Un Niño” ofrece valiosas pistas sobre la evolución artística de Malevich. Es un testimonio de su habilidad para destilar la experiencia humana en formas y colores fundamentales, al tiempo que prepara el terreno para sus exploraciones posteriores, donde las formas geométricas y el color se convertirían en sus protagonistas absolutos. Este cuadro, entonces, no es sólo una representación de la vida rural, sino una declaración sobre la universalidad de la experiencia humana, un tema que seguiría explorando hasta sus últimas obras.

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