Isabel Y La Olla De Albahaca - 1907


Tamaño (cm): 55x75
Precio:
Precio de ventaS/. 807.00 PEN

Descripción

La obra "Isabel y la olla de albahaca" de John William Waterhouse, pintada en 1907, es un fascinante ejemplo del estilo prerrafaelita que caracteriza muchas de sus obras. Waterhouse, aunque a menudo asociado con el prerrafaelismo, también incorpora elementos del simbolismo y del arte de la Belle Époque, creando obras que exploran temas de belleza, tragedia y lo sobrenatural.

En esta pintura, Waterhouse elige abordar la conmovedora leyenda de Isabella y su amante muerto, Lorenzo, un relato que proviene de la obra "Los trovadores" de Boccaccio. La obra captura el instante íntimo y trágico en el que Isabella, en un acto de amor y desesperación, ha decidido cultivar la albahaca en la cual ha depositado la cabeza de su amante en un intento de conservar su memoria.

La composición de la pintura es notable por su austera elegancia. En el centro, Isabella aparece sentada sobre una roca, muy concentrada en su actividad, que es tan simbólica como emotiva. Su figura se envuelve en un vestido de una suave paleta de colores que varían del verde al crema, reflejando su conexión con la naturaleza y la tristeza que afecta su mirada. La tensión de su expresión evoca una profunda melancolía, capturando el anhelo y la desesperación que definen su carácter en esta historia.

Waterhouse es conocido por su maestría en el uso del color y la luz, y "Isabel y la olla de albahaca" no es una excepción. La vegetación circundante, rica en tonalidades de verde, contrasta con el vestido claro de Isabella, destacando su figura en el entono natural. Cada hoja y cada flor muestra el interés del artista en la naturaleza como un reflejo de los estados emocionales humanos. La pincelada suelta y el tratamiento casi fresco del color traen a la vida una escena que, aunque cargada de tristeza, también respira la belleza de la existencia.

Los detalles del fondo, que contienen un sutil paisaje de arbustos y flores, son igualmente significativos. Se utilizan para enmarcar a la protagonista, haciendo que su soledad resalte en un mundo que, aunque vibrante, parece ignorar su sufrimiento. Un elemento como la olla de albahaca, que puede verse en el primer plano, acentúa el vínculo de Isabella con su amante perdido y se convierte en un símbolo poderoso de amor y pérdida.

La obra, profundamente arraigada en los ideales románticos de su época, refleja tanto los desafíos emocionales de su protagonista como el interés de Waterhouse en representar a las mujeres de manera compleja y multifacética. A través de su arte, Waterhouse invita al espectador a reflexionar no solo sobre la tragedia del amor, sino también sobre la condición humana y nuestras conexiones con los que hemos perdido.

En conclusión, "Isabel y la olla de albahaca" es más que una simple representación de un momento trágico; es una exploración de la memoria, el amor y la naturaleza, temas recurrentes en el trabajo de Waterhouse. Su maestría técnica y su profundo entendimiento de la emoción humana hacen de esta obra un punto culminante del arte del cambio de siglo, acercándonos a las profundas verdades del amor y la pérdida.

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