Hamerocallis - 1917


Tamaño (cm): 55x60
Precio:
Precio de ventaS/. 748.00 PEN

Descripción

La obra “Hamerocallis” de Claude Monet, pintada en 1917, es un ejemplo sobresaliente del estilo impresionista que caracterizó toda su carrera. Monet, conocido como uno de los fundadores del movimiento, se dedicó a capturar la luz y el color en sus diversas manifestaciones, y en esta pieza, lo hace de una manera particularmente vibrante y emotiva. La obra se centra en la representación de las flores de día, específicamente la flor conocida como Hemerocallis, o lirio de día, que se muestra con un tratamiento casi abstracto a través de una pincelada suelta y dinámicamente aplicada.

Desde una inspección cuidadosa de la obra, se puede apreciar la complejidad de la composición. Las flores, con sus tonos amarillos y naranjas, emergen de un fondo suave y difuminado, en el que predominan los verdes y azules. Este uso del color no solo describe la realidad visual, sino que a su vez evoca una sensación de frescura y vitalidad. Monet utiliza colores complementarios y contrastes sutiles para dar vida a las flores, creando un efecto casi lumínico que parece capturar la esencia del momento. Las pinceladas son sueltas y expresivas, lo que añade una calidad táctil a la pintura; el espectador puede casi sentir el movimiento de la brisa entre las flores.

En esta obra, la falta de figuras humanas resalta la importancia del paisaje natural, una temática recurrente en la obra de Monet. A menudo, sus obras presentan personas como meros complementos del entorno, pero aquí la atención está completamente centrada en la flora. Esto refleja una etapa de su trabajo en la que Monet se adentra más en lo abstracto, quizás influenciado por su deteriorada visión en sus últimos años, donde la esencia y la emoción de la naturaleza toman precedencia sobre los detalles explícitos.

Uno de los aspectos más fascinantes de “Hamerocallis” es cómo Monet logró conjugar la sencillez de formas naturales con el potencial expresivo del color. En lugar de representar una imagen estática, el cuadro logra tanto capturar la belleza del lirio de día como invitar al espectador a una experiencia sensorial que trasciende la simple observación. Este enfoque poético hacia la pintura es distintivo de Monet, quien buscaba no solo retratar el mundo sino también transmitir la fugacidad de la percepción.

Este lienzo se alinea con otras obras de Monet en su etapa tardía, donde la abstracción comienza a jugar un rol más significativo. Pinturas como “Nenúfares” y “El Jardín de Monet en Giverny” muestran similitudes temáticas y técnicas. En ellas, también se puede ver una fuerte interacción entre la luz, el color y la forma, así como un devenir hacia lo abstracto que caracteriza su última etapa.

En suma, “Hamerocallis” de 1917 es más que una simple representación de una flor; es una meditación sobre la luz, el color y la percepción del mundo natural. Cada pincelada parece sugerir un momento efímero, una experiencia visual que evoca no solo la belleza de la naturaleza, sino también la subjetividad del canto de la vida a través de los ojos de uno de los más grandes maestros del impresionismo. Esta obra, con su rica paleta y su tratamiento vibrante, no solo conmemora la era de Monet, sino que también trasciende su tiempo, invitando a una continua reflexión sobre nuestra relación con el arte y la naturaleza.

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