Berthe Morisot Con Un Abanico - 1872


Tamaño (cm): 55x75
Precio:
Precio de venta2.949,00 NOK

Descripción

La obra "Berthe Morisot con un abanico" de Édouard Manet, pintada en 1872, es un retrato que encapsula tanto la intimidad de la relación entre el artista y su modelo como la evolución del retrato en la pintura del siglo XIX. En esta obra, Manet retrata a Berthe Morisot, una destacada figura del impresionismo, quien no solo fue una célebre pintora por derecho propio, sino también una de las primeras mujeres en ser aceptada en los círculos de la pintura contemporánea.

El cuadro presenta a Morisot sentada y con un abanico en la mano. Su postura es elegante y relajada, lo que sugiere una mezcla de gracia y seriedad. Vestida con un atuendo que refleja la moda de la época, la modelo parece contemplativa, trasladando al espectador una sensación de introspección. El abanico, sin dudas, no es un simple accesorio; simboliza tanto la feminidad como la vida social de las mujeres en el contexto parisino de finales del siglo XIX, donde se valoraba tanto la sutileza en la presentación como la capacidad de evocar sentimientos con sutiles gestos.

La composición de la pintura es intrigante. Manet utiliza un esquema de colores suavemente contrastantes, donde destaca el blanco del vestido de Morisot que capta la luz y da vida a la figura. Los matices de azul y gris en el fondo aportan profundidad y contexto sin desentonar con el personaje central. Este fondo nebuloso enfatiza la figura de la mujer y su abanico, haciendo que resalten en el lienzo. Las pinceladas sueltas y la aplicación del color transmiten un dinamismo que le confiere a la obra una cualidad casi viva.

El uso que hace Manet de la luz es digno de mención. La fuente de iluminación parece originarse fuera del campo visual inmediato, conferiendo a la figura una luz suave y difusa que resalta los contornos y la textura del vestido. Esta representación luminosa se alinea con las innovaciones del impresionismo, aunque el estilo de Manet a menudo se caracteriza por un enfoque más directo y a veces áspero en la aplicación de la pintura, una característica que le diferencia de sus contemporáneos.

Al contemplar esta obra, es significativo considerar la relación de Manet con Morisot. A través de la representación de Morisot, Manet no solo reconoce su contribución al mundo del arte, sino que también disuelve las barreras y los prejuicios de género de su tiempo, en una era donde la mujer en el arte se enfrentaba a nuevas posibilidades, pero también a consideraciones restrictivas.

"Berthe Morisot con un abanico" no es solo un retrato; es un diálogo entre el artista y su modelo, entre el espectador y el tema, y en un contexto más amplio, entre la tradición y la modernidad. Esta obra se erige como un testimonio del paso de una época, la afirmación del papel de la mujer en el arte y la evolución del estilo pictórico hacia el impresionismo, que tanto estuvo influenciado por los diversos matices de la luz y la vida cotidiana.

En el corpus de la obra de Manet, este retrato tiene una posición singular; no es solo una representación de una amiga y colega, sino también un reflejo del propio viaje del artista hacia un estilo que sigue desafiando las convenciones estéticas de su tiempo. Así, la pintura se convierte en un punto focal donde convergen tanto la amistad como la admiración, dejando una huella perdurable en la historia del arte.

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