Retrato De Elizaveta Kruglikova - 1938


Tamaño (cm): 60x75
Precio:
Precio de venta¥42,100 JPY

Descripción

En el "Retrato de Elizaveta Kruglikova" de 1938, Mikhail Nesterov plasma no solo la figura de la retratada, sino también una profunda esencia del alma rusa y la quietud espiritual que marcan gran parte de su obra. Este retrato constituye un claro ejemplo del magistral dominio de Nesterov tanto en la técnica como en la capacidad de capturar la personalidad y el estado de ánimo del sujeto.

La pintura muestra a Elizaveta Kruglikova, una figura prominente en el ámbito del arte ruso, conocida tanto por su obra artística como por su influencia en la educación y promoción del arte. En esta obra, Kruglikova aparece sentada en una mesa, sosteniendo un pincel y mirando hacia adelante con una expresión serena y reflexiva. Su postura relajada parece sugerir un momento de introspección y conexión consigo misma, captando una instantánea de su carácter contemplativo y su dedicación a la labor artística.

Nesterov utiliza una paleta de colores cálidos y tierras que, junto con el ambiente hogareño sugerido por la decoración de la sala y el mobiliario, realzan la intimidad y tranquilidad del retrato. La luz, suavemente dispersa, envuelve a Kruglikova y resalta las texturas de su atuendo y del ambiente circundante, lo que contribuye a una sensación de calidez y proximidad. Los detalles meticulosos en el rostro de Kruglikova, con sus finas arrugas y su cabello peinado hacia atrás, confieren una autenticidad y humanidad tangibles, realzando el vínculo emocional entre el espectador y la figura pintada.

Nesterov, conocido por su inclinación hacia temáticas espirituales y religiosas, muestra en este retrato una faceta más personal e intimista de su repertorio. No obstante, la tranquilidad espiritual, una constante en su obra, permanece latente en la serena expresión de Kruglikova y la atmósfera sosegada del cuadro. Observando con detenimiento, uno puede notar cómo el pintor logra equilibrar la individualidad del retrato con un sentido universal de calma y reflexión.

El contexto histórico del año 1938 en la Unión Soviética aporta también una capa de interpretación a esta pintura. Fue una época tumultuosa y represiva, lo que subraya aún más la serenidad del retrato como un contraste notable frente a la agitación externa. Nesterov puede haber encontrado en la figura de Kruglikova una musa que personificaba la resiliencia y la paz interior, atributos tremendamente valiosos en aquellos tiempos difíciles.

En conclusión, el "Retrato de Elizaveta Kruglikova" de Mikhail Nesterov no solo es una obra técnicamente brillante sino también un documento histórico y emocional. A través de su composición cuidadosa, su utilización experta del color y su capacidad para capturar la esencia de su sujeto, Nesterov ofrece una obra que trasciende el retrato tradicional para convertirse en una meditación sobre el alma humana y su capacidad de encontrar serenidad en medio de la adversidad. Esta obra es un testimonio del talento de Nesterov para crear imágenes que son a la vez profundamente personales y universalmente resonantes.

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