Retrato De Una Niña Japonesa - 1919


Tamaño (cm): 60x75
Precio:
Precio de venta¥41,700 JPY

Descripción

En el lienzo titulado "Retrato De Una Niña Japonesa" de 1919, Alexandre Iacovleff nos transporta a una atmósfera de delicada introspección y serena elegancia. La obra, que pretende capturar no solo la apariencia externa, sino también la esencia de su joven modelo, es un ejemplo magistral del arte del retrato llevado a su máxima expresión técnica y emotiva.

Observando detenidamente la pieza, uno se percata primero de la sofisticación en la composición. La niña, única protagonista del cuadro, se presenta de medio cuerpo, lo cual le permite a Iacovleff focalizarse tanto en su rostro como en detalles del vestuario tradicional japonés. El vestuario, probablemente un kimono, está pintado con un esmero casi tangible, destacando patrones florales y líneas fluidas que hablan de una cultura rica en simbolismo y tradición.

El uso del color es otro punto fuerte en la pintura. La paleta elegida por Iacovleff es contenida y armoniosa. Predominan los tonos suaves y terrosos, lo que resalta la tranquila belleza de la protagonista y mantiene al espectador en un estado de contemplativa calma. Los suaves matices de su rostro contrastan con el fondo casi monocromático, creando una dicotomía que mejora la presencia de la niña y la hace sobresalir en la composición. Su expresión es serena, casi melancólica, y sus ojos parecen mirar en la distancia, sumergidos en pensamientos profundos y misteriosos.

Alexandre Iacovleff, un artista nacido en San Petersburgo en 1887, fue especialmente conocido por su habilidad de capturar las sutilezas culturales y emocionales de sus sujetos. Su talento lo llevó a viajar extensamente, y sus trayectorias a través de Asia lo acercaron a las tradiciones y estéticas que marcadamente influyeron su obra. Esta pintura, realizada durante el período entre las dos guerras mundiales, refleja un interés genuino por la cultura japonesa y una destreza en la representación de la misma sin caer en la superficialidad o el exotismo banal.

La precisión con la que Iacovleff aborda el retrato es notable. Cada trazo de pincel parece estar calculado para aportar texturas y volúmenes que enriquecen la figura de manera lírica. Este nivel de detalle no es solo técnico, sino una muestra de la profunda sensibilidad del artista hacia su tema. La quietud encarnada en el retrato sugiere una narración implícita; una historia que el espectador debe descubrir mediante la observación atenta.

Contrastando esta obra con otros retratos de su época, se hace evidente que "Retrato De Una Niña Japonesa" se destaca por su sobriedad y dignidad. Mientras que muchos artistas de principios del siglo XX experimentaban con diversas vanguardias, Iacovleff encontró en el realismo y en la fidelidad a la esencia humana, su propio medio para expresar la complejidad y la diversidad del mundo.

En resumen, "Retrato De Una Niña Japonesa - 1919" es una obra que captura a la perfección el cruce entre técnica y emoción, entre cultura y humanidad. Alexandre Iacovleff, con una mano maestra, nos ofrece una ventana a un alma joven, fundiendo lo individual con lo universal y creando una pieza que invita a la contemplación reflexiva y la admiración estética.

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