Insertar El Rojo Y Borrar Sobre Negro - 1920


Tamaño (cm): 55x75
Precio:
Precio de venta36.900 ISK

Descripción

La pintura "Insertar El Rojo Y Borrar Sobre Negro" de El Lissitzky, realizada en 1920, es una obra paradigmática del constructivismo ruso y un testimonio elocuente de las ideas vanguardistas que permeaban el arte de la época. Esta obra muestra la fascinación de El Lissitzky por los elementos geométricos y su búsqueda por trascender las formas tradicionales de representación a través de un lenguaje visual nuevo y rompedor.

El contexto histórico en el que El Lissitzky crea esta pieza no puede ser ignorado. Los años inmediatamente posteriores a la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia eran un hervidero de transformaciones sociales y culturales. El movimiento constructivista, del cual El Lissitzky era una figura prominente, se enmarcaba dentro de estos cambios. Los artistas constructivistas veían el arte como un mecanismo para contribuir a la construcción de una sociedad nueva, y esto se reflejaba en su enfoque utilitario y funcional de la producción artística.

Al contemplar "Insertar El Rojo Y Borrar Sobre Negro", uno es inmediatamente confrontado con la simplicidad radical de sus formas y su paleta de colores limitados. La composición se estructura alrededor de la interacción conceptual entre figuras geométricas básicas: círculos, rectángulos y líneas diagonales. Predominan el rojo y el negro, colores que, en la teoría suprematista de Kazimir Malévich, contemporáneo e influenciador de Lissitzky, simbolizan lo fundamental y lo inmaterial.

El fondo negro actúa como un abismo profundo, que contrasta drásticamente con las formas geométricas suspendidas en el plano pictórico. Un círculo rojo siniestro y enérgico se inserta dinámicamente en el espacio oscuro, mientras que una línea blanca y nítida parece borrar la presencia imponente del negro, abriendo un diálogo entre la creación y la negación, entre la existencia y la ausencia. El título mismo de la pieza "Insertar El Rojo Y Borrar Sobre Negro" invita al espectador a reflexionar sobre las acciones implícitas en este drama visual.

Aunque la obra carece de personajes en el sentido tradicional, las formas geométricas toman una cualidad casi antropomórfica, cargadas de tensión y propósito. Este carácter abstracto proporciona a la obra un nivel de universalidad y atemporalidad; no representa un momento o lugar específico, sino conceptos y fuerzas que trascienden lo particular.

En esta obra, se observa también la influencia de la arquitectura, otro campo en el que El Lissitzky tenía notable interés. La disposición y la interacción de los elementos geométricos recuerdan a planos arquitectónicos, estableciendo una conexión entre la bidimensionalidad del lienzo y las aspiraciones constructivas de la época.

La pintura "Insertar El Rojo Y Borrar Sobre Negro" también evoca cierta sinestesia visual, un atributo central del constructivismo y el suprematismo: se experimenta no solo en términos de formas y colores, sino también de fuerzas y direcciones, creando una sensación de movimiento y dinamismo en lo estático.

El rigor con el que El Lissitzky aborda su arte—de la precisión geométrica a la simbología cromática—refleja su formación en ingeniería y arquitectura, así como una mente orientada a la sistematización y la innovación. Es relevante considerar otras obras de Lissitzky, como su serie de "Proun", abreviatura de "Proyectos para la Afirmación del Nuevo", donde se exploran de manera similar las intersecciones entre arte, arquitectura y funcionalidad. En "Insertar El Rojo Y Borrar Sobre Negro", podemos ver un microcosmos de estos intereses más amplios, encapsulando la visión de Lissitzky de un arte que no es un fin en sí mismo, sino un medio para un nuevo orden visual y social.

Así, "Insertar El Rojo Y Borrar Sobre Negro" no solo es una representación abstracta de formas y colores; es una declaración de principios, un manifiesto visual de una época donde el arte buscaba definir y reflejar los nuevos paradigmas de una humanidad en transformación. El legado de El Lissitzky, encapsulado en esta pintura, perdura como un testimonio de la posibilidad de reinventar el mundo a través del lenguaje visual.

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