El Principio De Pintar Las Paredes - 1920


Tamaño (cm): 55x75
Precio:
Precio de venta€250,95 EUR

Descripción

El principio del Suprematismo encuentra una refinada manifestación en la obra "El Principio de Pintar las Paredes" de 1920, de Kazimir Malevich. Esta pintura encapsula las esenciales preocupaciones y exploraciones del artista ruso, quien buscó en todo momento trascender las formas tradicionales y acercarse a un lenguaje pictórico más puro, centrado en el uso del color y la forma como vehículos de expresión autónoma.

A primera vista, la composición de la obra podría parecer una colección azarosa de formas geométricas y colores, pero una inspección más detenida revela una organización deliberada y una interacción meticulosa entre sus elementos. Malevich coloca varias figuras geométricas flotantes —rectángulos, cuadrados y triángulos— sobre un fondo blanco. Este espacio blanco no es meramente un vacío, sino un componente activo que resalta y contrapone las figuras coloridas, permitiendo que cada una respire y mantenga su individualidad.

Los colores utilizados en "El Principio de Pintar las Paredes" son vibrantes y de gran pureza: rojo, azul, negro y amarillo se combinan y contrastan entre sí. Estas escogencias no son al azar; cada color tiene su función y lugar en la tridimensionalidad del lienzo, creando un equilibrio visual que es casi musical en su armonía. Malevich no busca representar la realidad tangible sino una realidad espiritual y filosófica; a través del Suprematismo, busca liberarse de las ataduras de la representación física y entrar en el dominio de lo absoluto.

En el contexto de su producción artística, esta obra se inscribe dentro de una fase crucial del desarrollo de Malevich. Habiendo formulado los principios del Suprematismo alrededor de 1915, Malevich continuó profundizando en su exploración de la no subjetividad del arte. "El Principio de Pintar las Paredes" refleja una madurez en su visión, evidenciando un compromiso total con la abstracción geométrica. Aunque no hay figuras humanas en la obra, no se puede ignorar la presencia implícita de la acción humana, sugerida en el título mismo de la pintura. Las paredes, usualmente superficies de soporte para otras formas de expresión artística, se vuelven el sujeto principal de introspección y transformación por las formas suprematistas.

Este compromiso con la abstracción de Malevich también puede encontrarse en otras obras de la misma época, como "Cuadrado Negro" o "Blanco sobre Blanco". En estas piezas, el artista lleva al extremo su discurso sobre la pureza de la forma y el color, invitando al espectador a contemplar no solo lo que está presente en el lienzo, sino lo que esas ausencias y presupuestos epistemológicos nos dicen sobre nuestra percepción del arte.

"El Principio de Pintar las Paredes" es, en definitiva, una obra que exige una doble lectura: una comprensión del lenguaje visual estrictamente formal y una meditación sobre las implicaciones filosóficas de la liberación de las formas. Comicidad, profundidad y una notable audacia conceptual convergen en este cuadro, haciendo de él un ejemplo pertinente y esencial del legado irrepetible de Kazimir Malevich y su contribución al arte moderno.

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