Descripción
Un Amigo Necesitado, un retrato canino de la codicia, la lealtad y el humor humano.
En el corazón de una habitación de madera, iluminada con calidez por una lámpara roja suspendida, se desarrolla una escena tan cómica como reveladora: siete perros, cada uno con expresión y personalidad distinta, participan en una partida de póker. Esta icónica pintura de Cassius Marcellus Coolidge, titulada Un amigo necesitado (A Friend in Need), es mucho más que una broma visual: es una sátira social envuelta en pelaje, whisky y faroles.
A primera vista, la escena puede parecer simplemente graciosa. Un bulldog (a la derecha en primer plano) —con un puro apagado colgando de su mandíbula tensa— está pasando disimuladamente un as bajo la mesa a su compañero de raza amarilla. La pata izquierda del tramposo apenas roza el borde de la carta, en una acción tan sutil como decisiva. De ahí el título: "un amigo necesitado", en el momento exacto en que la suerte se define no por el azar, sino por la complicidad.
La composición es impecable. Coolidge dispone a sus caninos protagonistas en círculo, de manera que cada uno nos muestre un gesto distinto: hay tensión, hay sospecha, hay indiferencia y también hay euforia. A la izquierda, un collie ríe con dientes descubiertos, probablemente ajeno a la trampa que se desarrolla frente a sus ojos. En el extremo derecho, otro perro —con cejas fruncidas y la mirada baja— sospecha algo, como si presintiera que el juego está torcido.
Detrás de la acción central, una escena marina cuelga en la pared: veleros blancos cruzando un mar en calma, en abierto contraste con la agitación emocional de la mesa. A la derecha, un reloj marca las 2:30 —la madrugada, sin duda— dejando claro que esta partida ha durado más de lo razonable.
Botellas vacías, vasos a medio llenar y pilas de fichas de colores nos hablan de una noche larga, cargada de estrategia, alcohol y lealtades puestas a prueba. La antropomorfización es tan eficaz que por momentos olvidamos que estamos mirando perros. Es, en esencia, un retrato de nosotros mismos: nuestras trampas, nuestras alianzas secretas, nuestras formas de jugar sucio por algo tan banal como ganar.
Marcellus Coolidge, un autodidacta sin formación artística formal, logró con esta serie de pinturas de perros jugando al póker una inmortalidad cultural insospechada. Aunque en su época fue menospreciado por críticos serios, el paso del tiempo ha elevado esta obra a ícono pop, reproducida en bares, mesas de billar y ahora, por supuesto, en el catálogo de KUADROS.
Un amigo necesitado no es solo humor visual; es una crítica elegante vestida de pelaje. Nos recuerda que incluso en las noches más inofensivas de juego y camaradería, siempre hay alguien que necesita un as... y otro que se lo pasa por debajo de la mesa.
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