Autorretrato - 1909


Tamaño (cm): 55x85
Precio:
Precio de venta€245,95 EUR

Descripción

En la obra “Autorretrato - 1909” de Konstantin Somov, nos encontramos con un ejemplo fascinante del simbolismo y la estética de principios del siglo XX, un periodo en el que Somov se destacó como uno de los exponentes más relevantes de este movimiento artístico en Rusia. La composición de la pintura retrata al propio artista en un momento de introspección, presentado con un trasfondo que evoca un aura de misterio y melancolía.

La figura central ocupa un lugar prominente en la obra, creando una conexión directa con el espectador a través de la mirada introspectiva que ofrece. La sutil expresión facial, en medio de un contexto decorativo que evoca los ambientes burgueses de la época, habla de una complejidad emocional que es distintiva del artista. Somov, que había sido influenciado por la riqueza estética del simbolismo, utiliza su habilidad para fusionar elementos de su entorno con su propio ser, convirtiendo el autorretrato en un reflejo no solo de su apariencia física, sino también de su psique.

En cuanto a la paleta cromática, predominan los tonos suaves y nostálgicos, con una inclinación hacia los azules y verdes que aportan una atmósfera etérea. Estos colores no solo establecen una textura visual rica, sino que también contribuyen a la creación de un espacio que parece flotar entre lo real y lo onírico. La interacción entre la luz y la sombra refleja un profundo entendimiento del claroscuro, técnica que Somov emplea para acentuar las dimensiones de su rostro y agregar profundidad emocional a la obra.

La atención al detalle en el vestuario y los elementos decorativos es notable. Somov se presenta vestido con una chaqueta de corte elegante, insinuando una conexión con la estética de su tiempo y, al mismo tiempo, un toque de vanidad que resulta intrigante en el contexto del autorretrato. Este código visual refleja la dualidad de su identidad como artista y como individuo, capturando tanto su papel en la sociedad como su lucha interna con el reconocimiento y la autoexpresión.

Una de las cualidades más interesantes de esta obra es la forma en que evoca las influencias de otras corrientes artísticas contemporáneas, como el art nouveau, pero siempre manteniendo un sello personal. La ornamentación que a menudo caracteriza el trabajo de Somov se hace presente en detalles sutiles del fondo, un patrón que no sólo actúa como un telón de fondo, sino que también enriquece la narrativa visual, llevándonos a cuestionar la relación entre el sujeto y su entorno.

Como parte del simbolismo, la obra trasciende la simple representación física para adentrarse en los territorios del autoconocimiento y la autoindagación. Somov se presenta no solo como un sujeto, sino como un pensador, un artista que se encuentra en un dialogo constante entre su ser interior y la proyección de su identidad hacia el mundo exterior.

Este autorretrato, que es a la vez íntimo y universal, constituye un notable testimonio del virtuosismo de Konstantin Somov. En un momento donde la sociedad se enfrentaba a cambios radicales, la obra capta la esencia de una época a través de la exploración personal del artista. Así, “Autorretrato - 1909” trasciende el tiempo y espacio, invitándonos a reflexionar sobre nuestra propia identidad y la complejidad del ser.

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