Autorretrato - 1890


Tamaño (cm): 50x60
Precio:
Precio de venta€192,95 EUR

Descripción

La pintura "Autorretrato - 1890" de Paul Gauguin es una de las obras más emblemáticas del postimpresionismo, un movimiento con el que el artista se asocia fuertemente. En esta obra, Gauguin combina su estilo distintivo con una introspección personal que revela tanto su identidad como su evolución artística.

Gauguin presenta su figura en el centro del lienzo, con un trasfondo de tonos oscuros y acentuados que le confieren un aura de misterio. La composición es notablemente simple, pero poderosa. El fondo verde y marrón crea un contraste que resalta la luminosa paleta de colores utilizada en su rostro y vestimenta. El uso del color no es meramente representativo; es emotivo y simbólico, características que son sello distintivo del artista. Los tonos que elige para su piel, un marrón amarillento, sugieren su conexión con los trópicos y un alejamiento de su origen europeo.

Los rasgos faciales de Gauguin están estilizados, acentuando su mirada intensa y reflexiva. Sus ojos, de un sorprendente azul, parecen mirar más allá del espectador, como si exploraran la esencia misma de su ser. Esta mirada penetrante, combinada con su expresión seria, sugiere un hombre sumido en la contemplación y la búsqueda de significado, un tema recurrente en su obra.

El vestuario que elige también es significativo; Gauguin aparece con una camisa de vivos colores, lo que contribuye a la complejidad de su autoimagen. Este equilibrio entre lo personal y lo cultural es fundamental en su trabajo, ya que no solo pinta su ser físico, sino que también incorpora elementos de su viaje artístico y espiritual, influenciada por su tiempo en Polinesia, que comenzó en 1891. Aunque este autorretrato se realizó antes de esa etapa, se pueden sentir las influencias del simbolismo y la búsqueda de un estilo propio que se intensificarán en sus obras posteriores.

La técnica utilizada por Gauguin en esta obra también es notable. La aplicación del color es audaz y casi autónoma, donde cada trazo parece tener una vida propia. Este enfoque en la superficie del lienzo resuena con las ideas de los simbolistas, quienes priorizaban la expresión del sentimiento por encima de la representación precisa del mundo físico. En este sentido, Gauguin se alinea con sus contemporáneos, como Vincent van Gogh, pero también se distingue por su particular relación con la forma, el color y la narrativa implícita que envuelve a sus retratos.

"Autorretrato - 1890" es, en definitiva, un diálogo entre el artista y su propia percepción. En esta obra se encuentran no solo la mirada del pintor hacia el mundo, sino también su deseo de explorar los legados culturales y personales que lo definen. Aunque menos conocido que otros trabajos de Gauguin, esta pintura es un ejemplo de su incansable búsqueda de la verdad interior y la belleza, temas que seguirán resonando en su obra a lo largo de los años, especialmente en su periodo más conocido en Tahití, donde explorará aún más la idea de lo exótico y lo primitivo como un reflejo de su propia complejidad.

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