El San Pedro Arrepentido - 1824


Tamaño (cm): 55x60
Precio:
Precio de venta$842.000,00 COP

Descripción

La obra "El San Pedro Arrepentido", pintada por Francisco Goya en 1824, es un poderoso ejemplo del virtuosismo artístico que caracteriza al maestro español, así como de la profunda introspección moral que permea su producción. En esta pintura, Goya retrata a San Pedro en un momento de profunda reflexión y arrepentimiento, aludiendo a la narración bíblica en la que el apóstol, tras la negación de Cristo, se enfrenta a su culpa y a la necesidad de redención. La elección del tema no es casual, ya que Goya, en los últimos años de su vida, se sintió atraído por los aspectos más oscuros y humanos de la condición humana, explorando sentimientos de angustia, culpa y liberación.

La composición de la obra es notable por su claridad y su enfoque en la figura central de San Pedro, quien aparece sentado sobre rocas y mirando hacia el suelo, con un gesto que denota pesar y contemplación. El espacio que lo rodea es tenue, casi desprovisto de elementos anecdóticos que pudieran distraer al espectador, lo cual resalta aún más la intensidad emocional del apóstol. Las manos de San Pedro, una de las características más representativas de la pintura, están cargadas de simbolismo; su posición sugiere una mezcla de resignación y un anhelo de expiación que se entrelazan en su postura.

Goya utiliza una paleta de colores predominantemente terrosos, donde los tonos marrones y grises se combinan con destellos de luz que iluminan delicadamente la figura de San Pedro. Esta elección cromática no solo acentúa la rusticidad del entorno, sino que también sugiere una atmósfera de melancolía, evocando el sufrimiento interno del personaje. La luz, cuidadosamente modulada, cae sobre el rostro de San Pedro, enfatizando sus rasgos y la carga emocional que llevan sus expresiones. El claroscuro, tan característico del estilo de Goya, crea una profunda sensación de tridimensionalidad y realismo, al tiempo que aporta una teatralidad sutil y efectiva a la imagen.

La influencia del Barroco es palpable en la obra, particularmente en la forma en que Goya construye la figura de San Pedro y el uso del espacio. Sin embargo, el autor también se aleja de las dramatizaciones excesivas de sus predecesores para ofrecer una representación más íntima y personal. La expresión de San Pedro es fundamental; su rostro no se presenta como un ícono religioso inmutable, sino como el reflejo auténtico de un ser humano atormentado por sus errores y en busca de la redención.

A nivel de narración visual, "El San Pedro Arrepentido" forma parte de una serie de obras en las que Goya se adentra en la exploración de lo humano a través de la figura de los santos y otros personajes bíblicos. Este enfoque se aleja de la tradición más formal, mostrando un Goya que abraza la fragilidad de sus personajes, dándoles una humanidad que resuena profundamente con el espectador. Aquí, el arrepentimiento no es solo un tema teológico, sino una meditación sobre la culpa y la salvación, cuestiones que trascienden el contexto religioso para tocar aspectos universales de la experiencia humana.

En la contemporaneidad, la obra de Goya sigue siendo relevante, resonando en las inquietudes que enfrentamos hoy sobre la ética y la moralidad. "El San Pedro Arrepentido" nos recuerda que la lucha por la redención es personal y colectiva, un viaje que cada ser humano debe enfrentar en algún momento de su vida. A través de este lienzo, Goya no solo presenta a un santo, sino a un hombre atormentado, reflejando la complejidad del arrepentimiento y la búsqueda del perdón, temas que continúan desafiando y emocionando a las audiencias contemporáneas.

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