Retrato De La Reina D Leonor - 1926


Tamaño (cm): 45x70
Precio:
Precio de venta$871.000,00 COP

Descripción

El “Retrato de la Reina D. Leonor” de José Malhoa, pintado en 1926, es una obra que encapsula no solo la destreza técnica del autor, sino también una profunda conexión con la historia y la iconografía de la realeza en Portugal. Malhoa, un destacado exponente del movimiento naturalista y uno de los nombres más reconocidos del arte portugués del siglo XX, nos introduce a la figura de Leonor, quien fue una figura clave no solamente en su tiempo, sino también en el imaginario colectivo de la cultura portuguesa.

La composición del retrato es notable por su equilibrio y la forma en que dirige la mirada del espectador. El rostro de la reina está centrado y en una postura que irradia dignidad y autoridad. Este posicionamiento no solo resalta su figura, sino que también otorga una sensación de presencia y determinación, aspectos inherentes a su papel como monarca. Los detalles en el vestuario, que perfectamente capturan la opulencia y la elegancia de la época, se combinan con una paleta de colores que denota tanto sofisticación como calidez. Los tonos dorados que predominan en el fondo contrastan maravillosamente con los matices del vestido de la reina, que parecen fluir y envolverla en una aura casi mística.

El uso del color es un aspecto fundamental de la obra. Malhoa emplea una técnica que mezcla la luz y la sombra con gran maestría, creando un efecto tridimensional que aporta profundidad al retrato. Las luces sutiles que delinean el rostro de la reina aportan vida y una sensación de fragilidad, en contraposición con el fondo robusto y resplandeciente que sugiere estabilidad y poder. Esta dualidad en la representación puede aumentar el interés del espectador, quien se ve obligado a reflexionar sobre la humanidad del poder y la mezcla de lo terrenal con lo real.

Aunque no hay otros personajes visibles en la obra, la ausencia de elementos adicionales potencia la figura de D. Leonor, enfocando toda la atención en su carácter y presencia. Esta elección compositiva permite que la reina se convierta en la única narradora de su historia, proyectando tanto el peso de su legado como la vulnerabilidad que conlleva ser un ícono de un tiempo y un lugar particulares. La elección del retrato como género artístico por parte de Malhoa no es fortuita, ya que en este medio se resalta la visibilidad de las figuras históricas, convirtiéndolas en símbolos perdurables en el tiempo.

La producción de Malhoa, caracterizada por un enfoque en la observación cuidadosa de sus sujetos, se enmarca dentro de la tradición del retrato realista, algo que también es evidente en otras obras suyas y en el contexto histórico del arte europeo contemporáneo. Su manejo del óleo y la técnica del claroscuro, reminiscente de artistas del renacimiento y del barroco, añade una capa de complejidad a la representación. Esto, en conjunción con su compromiso de capturar la esencia de sus sujetos, hace de este retrato una obra de gran relevancia dentro de su corpus.

Este retrato no solo es una representación visual de la reina, sino que también actúa como un testimonio de la época, invitando a la contemplación sobre la relación entre la monarquía y el pueblo, y la representación de la identidad nacional. A medida que el espectador se enfrente a la mirada de D. Leonor, se verá inmerso en una exploración tanto de su figura como del contexto más amplio de la historia portuguesa, lo que subraya no solo la importancia del arte como reflejo de una era, sino también su capacidad para evocar emociones y reflexiones atemporales. En definitiva, el “Retrato de la Reina D. Leonor” es una obra que, a través de su técnica y su simbología, permite a los espectadores no solo admirar la maestría de Malhoa, sino también conectar con el legado perdurable de su protagonista.

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