Retrato De Una Mujer - 1880


Tamaño (cm): 55x75
Precio:
Precio de venta$963.000,00 COP

Descripción

"Retrato de una mujer" de Edgar Degas, pintado en 1880, es una de las obras que ejemplifican la maestría del artista en capturar la esencia de la figura humana a través de su característico estilo impresionista. En esta pintura, Degas presenta a una mujer que irradia un aura de misterio y introspección. La figura femenina, de un busto notable, se encuentra retratada de forma ligeramente lateral, lo que sugiere no solo una invitación a mirar sino también a contemplar. Su expresión serena y pensativa provoca en el espectador un instante de reflexión sobre su historia personal.

Uno de los aspectos más destacados de la composición es el uso del color y la luz. La paleta se compone de tonos suaves y apagados, predominando las gamas de marrón, gris y perla con sutiles toques de color en el atuendo de la mujer. Esta elección cromática hace eco de la sensibilidad de Degas hacia el ambiente y el estado emocional de sus modelos. La luz se filtra de manera delicada, iluminando el rostro y determinando un contraste entre las sombras y los puntos de luz, lo que otorga una tridimensionalidad a la figura. Este tratamiento de la luz es característico del movimiento impresionista, que busca representar la sensación de la realidad más que la exactitud formal.

Degas era conocido por sus estudios sobre el movimiento y la captura de momentos fugaces, y "Retrato de una mujer" no es la excepción. A diferencia de lo que se observa en las representaciones más tradicionales y formales de retratos de la época, aquí hay una naturalidad y un dinamismo que se manifiestan en la postura y el giro de la cabeza de la mujer. A menudo se asocia esta obra con la exploración que Degas hacía de la figura femenina, un tema recurrente en su trabajo, donde se refleja la intimidad de sus modelos.

Este retrato se distingue por su falta de detalles ornamentales en el fondo, lo que enfoca la atención casi exclusivamente en la mujer. La elección de un fondo neutro permite que el espectador se concentre en los matices del rostro y la psicología de la mujer retratada. El entorno impersonal evita distracciones y proporciona un espacio para la contemplación de la figura como un ser humano completo y complejo. Esta forma de trabajar es una de las claves del estilo de Degas, donde las formas y contornos fluyen con libertad, a menudo dejando sin delimitar aspectos del retrato que lo convierten en una expresión del individuo, más que en una simple representación.

Aunque "Retrato de una mujer" no es una de las obras más conocidas en el extenso corpus de Degas, sí se inserta dentro de la tradición del retrato de finales del siglo XIX, explorando la psicología, la intimidad y la estética del momento. Al igual que otros contemporáneos suyos, Degas desafió las convenciones rígidas de la pintura de retrato de su tiempo, aportando una nueva dimensión que se alineaba con el espíritu del impresionismo, que valora la percepción y la experiencia personal. Esta obra sigue siendo un testimonio del genio de Degas y su habilidad para capturar la esencia del ser humano a través de una técnica que sigue cautivando a generaciones de espectadores.

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