Isla De La Cité - 1900


Tamaño (cm): 75x45
Precio:
Precio de venta$876.000,00 COP

Descripción

Henri Rousseau, conocido como el "aduanero", es un símbolo del arte naïf, caracterizado por su ingenuidad y frescura. Su obra "Isla de la Cité - 1900" destaca entre sus creaciones como un homenaje al corazón histórico y simbólico de París. En esta pintura, Rousseau encapsula la esencia de su estilo distintivo, que evoca tanto la simplicidad como la profundidad en la representación del paisaje urbano.

La Isla de la Cité, situada en el Sena, es un icono de la ciudad, y Rousseau logra capturarlo con una perspectiva que parece simultáneamente familiar y surrealista. La obra presenta un escenario vibrante, donde el agua fluye serenamente alrededor de la isla, en un movimiento que sugiere tanto la continuidad del tiempo como el cambio constante de la vida urbana. El uso del color en la obra es particularmente notable; los tonos azules y verdes dominan, evocando la tranquilidad del escenario, mientras que los toques de amarillo y blanco aportan luminosidad, reflejando la luz del sol sobre el agua y los edificios.

Uno de los aspectos más intrigantes de "Isla de la Cité - 1900" es la manera en que Rousseau organiza la composición. La armonía de elementos arquitectónicos, como las torres de la catedral de Notre Dame, se entrelaza con la presencia del agua y el cielo, creando una sensación de integración y cohesión. Sin embargo, esta representación es también idealizada; la forma en que Rousseau presenta la isla sugiere un mundo de ensueño, alejado de las complejidades del entorno urbano contemporáneo. Las construcciones se ven casi como figuras en una narración visual que invoca la historia y el tiempo, ancladas en una atmósfera de calma y contemplación.

En cuanto a la figura humana, la obra no presenta personajes en primer plano, lo que puede interpretarse como un comentario sobre la soledad del individuo en la gran urbe. Esta elección fomenta una conexión íntima entre el espectador y el paisaje, invitando a la reflexión sobre la relación entre el ser humano y su entorno. Sin necesidad de figuras que distraigan la atención, Rousseau permite que el paisaje hable por sí mismo.

El estilo naive de Rousseau, donde los contornos son firmes y las dimensiones a menudo carecen de perspectiva realista, se manifiesta en esta obra. Aunque algún crítico podría argumentar que esta falta de dominio técnico es una debilidad, para los admiradores del artista, es precisamente esta característica la que confiere a su trabajo una fuerza emotiva y una sinceridad desbordante. La ingenuidad en su forma de ver el mundo se convierte en una cualidad distintiva que a su vez se ha vuelto emblemática del arte moderno.

Históricamente, la obra de Rousseau ha influenciado a numerosos artistas, incluyéndolos en los movimientos del surrealismo y el simbolismo, quienes encontraron en su estilo una fuente de inspiración para explorar conceptos más allá de la realidad tangible. "Isla de la Cité - 1900" es, por lo tanto, no solo una representación pictórica de un lugar, sino un portal a una percepción más profunda de la vida urbana y su belleza inherente.

Este lienzo ofrece una invitación al espectador para contemplar, para dejarse llevar por el ritmo de la obra, donde la naturaleza y la historia coexisten en una danza apacible. La obra de Rousseau sigue siendo relevante, desbordando poesía a través de la simplicidad, un recuerdo de que la maravilla puede encontrarse incluso en el entorno cotidiano. La "Isla de la Cité" no es solo una imagen, es una reflexión sobre el tiempo, la memoria y la permanencia, un testimonio visual del arte que perdura más allá de su época.

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