Zmey Gorynych - 1912


Tamaño (cm): 50x80
Precio:
Precio de ventaCHF 233.00

Descripción

Ivan Bilibin, uno de los más destacados ilustradores rusos del siglo XX, nos ofrece con "Zmey Gorynych - 1912" una vívida exploración de la mitología eslava. La obra, en su naturaleza representacional, es no solo una ventana a la riqueza folclórica de Rusia, sino también una manifestación de la maestría técnica y el sentido estético del artista.

Lo primero que salta a la vista al contemplar "Zmey Gorynych - 1912" es la imponente figura del dragón Zmey Gorynych, una criatura de varias cabezas que emerge del paisaje con una presencia colosal. El dragón, pintado con detalles minuciosos, representa una dualidad de terror y maravilla, característica típica de los relatos en los que figura. Sus múltiples cabezas, cada una con expresión y detalles propios, evidencian una complejidad que va más allá del mero simbolismo: son un testimonio del meticuloso enfoque de Bilibin hacia la iconografía mitológica.

El fondo y el entorno en que se sitúa el dragón están cuidadosamente trabajados con una paleta de colores que oscila entre verdes profundos y marrones terrosos, reflejando la naturaleza brumosa y mística de los antiguos cuentos de hadas. Los árboles curvados y la vegetación circundante parecen participar en la narrativa visual, sus formas se funden y contrastan con la corpulencia y el dinamismo del dragón, creando una sensación de movimiento pendular, como si el observador fuera testigo de una escena petrificada en el tiempo.

Una de las características más destacadas de Bilibin es su capacidad para fusionar elementos del art nouveau con las tradiciones artísticas rusas. Se puede observar en la utilización de líneas fluidas y orgánicas que definen tanto la criatura como el paisaje. La influencia de los estudios del folclore y los miniaturistas medievales rusos es evidente en los detalles de las escamas del dragón y en la textura de los troncos de los árboles.

La ausencia de figuras humanas en la composición de esta obra específica podría parecer una omisión, pero en realidad, refuerza la omnipresencia del dragón en la escena, dándole un protagonismo absoluto mientras sugiere la escala épica del mito. Esta elección deliberada también destila un sentimiento de lo sublime, donde la naturaleza y la bestia mitológica son los únicos actores en un acto de monumentalidad y misterio.

Bilibin, conocido por su habilidad para visualizar y reinterpretar las narrativas populares, demuestra en "Zmey Gorynych - 1912" su profundo entendimiento y respeto por las historias que forman el tejido cultural ruso. Utiliza el color y la forma para evocar una atmósfera que resuena con las emociones arcaicas de miedo y asombro. Con esta obra, no solo capta la esencia del personaje mitológico, sino que también nos invita a un viaje introspectivo a través de los arquetipos y los poderes atávicos que aún resuenan en el inconsciente colectivo.

Para el observador contemporáneo, "Zmey Gorynych - 1912" sirve como una puerta a una era donde lo natural y lo sobrenatural coexistían en una danza simbiótica. El legado de Bilibin es, por lo tanto, doble: presenta una ventana a un tiempo donde los mitos formaban parte integral de la vida cotidiana y simultáneamente, actúa como un puente a través del cual las generaciones modernas pueden reconectar con sus raíces culturales y literarias. Esta obra es, sin lugar a dudas, un tesoro de la narrativa visual, que sigue inspirando fascinación y reverencia en igual medida.

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