Autorretrato - 1795


Tamaño (cm): 55x85
Precio:
Precio de ventaCHF 250.00

Descripción

La obra "Autorretrato" de Francisco Goya, creada en 1795, es un testimonio profundo no solo de la magnitud del talento del pintor español, sino también de una época de transformación y autoconciencia en el ámbito artístico. Goya, un innovador cuya producción abarca desde el Neoclasicismo a los albores del Romanticismo, se posiciona en esta obra como un observador crítico de su propio mundo, atrapando la mirada del espectador en una representación íntima y desafiante.

El autorretrato muestra a Goya en un entorno que fusiona sencillez con majestuosidad. La composición está bien equilibrada, con el artista retratado en primer plano, lo que resalta su presencia. La forma en que se presenta, con la cabeza ligeramente inclinada y la mirada directamente dirigida hacia el espectador, provoca una conexión inmediata. La expresión de su rostro, sereno pero con una sutil carga de introspección, nos ofrece un atisbo de su psique. A través de esta representación, Goya establece un diálogo en el que invita a los observadores a considerar no solo su figura, sino también el contexto en el que se encuentra y el papel del artista en la sociedad de su tiempo.

El uso del color en esta obra es particularmente notable. Goya aplica una paleta que predomina en tonos oscuros con matices cálidos, la cual se manifiesta en el fondo casi monótono que envuelve al retratado. Este enfoque en la tonalidad refuerza la figura del artista, que se viste con una chaqueta negra que intensifica el contraste con su pálido rostro y la brillantez de su cabello. Se crea una atmósfera de solemnidad, donde el aplomo de Goya se contrarresta con las sombras que lo rodean, reflejando las tensiones sociales y políticas de la España de finales del siglo XVIII.

Es interesante notar que Goya utilizó este autorretrato para mostrar un cambio significativo en la percepción del arte y el arte como medio de expresión personal. A diferencia de otros retratos de su tiempo, donde la idealización y la distancia eran comunes, Goya se presenta aquí de manera más humana y vulnerable. La elección de retratarse a sí mismo sin adornos ni atributos nobiliarios destaca su deseo de ser percibido como un reflejo auténtico de sí mismo y, en un sentido más amplio, de la condición humana.

En términos de estilo, esta obra se inscribe en una transición hacia lo que más tarde se reconocerá como el Romanticismo. La atención a la experiencia subjetiva y a la individualidad que emana del autorretrato es un precursor de movimientos que valorarán cada vez más la expresión personal. Goya, a lo largo de su carrera, continuaría explorando complejas emociones y su propia conciencia, como lo haría posteriormente en obras emblemáticas como "Los desastres de la guerra" o "La maja desnuda".

La relación que Goya establece entre su figura y el espectador en este autorretrato es un hito en el curso del arte occidental, anticipando reflexiones que se desarrollarían en los siglos venideros sobre la identidad del artista. Esta obra no es meramente un retrato, sino un manifiesto visual, un diálogo sobre la creación y la soledad inherente al acto de ser artista. La historia de Goya, en este autorretrato, se convierte en una invitación a explorar la tensión entre un mundo que cambia vertiginosamente y la búsqueda incesante de significado en la existencia misma.

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