Aquí Hay Dos Cuadrados - 1920


Tamaño (cm): 55x75
Precio:
Precio de venta$371.00 CAD

Descripción

En el ámbito de las vanguardias artísticas del siglo XX, las obras de El Lissitzky ocupan un lugar prominente, especialmente sus contribuciones al suprematismo y al constructivismo ruso. La pintura "Aquí Hay Dos Cuadrados" de 1920 nos sirve como portal para comprender los ideales y la innovación técnica que caracterizaron su producción artística. Esta obra, en su aparente simplicidad, es un compendio de racionalidad geométrica y pureza formal que no puede pasar desapercibido para los conocedores del arte contemporáneo.

La primera impresión que uno obtiene al observar "Aquí Hay Dos Cuadrados" es su austeridad compositiva y la eficiencia con la que Lissitzky maneja los elementos visuales. Como su título lo indica, la pintura se centra en la presencia de dos cuadrados, uno rojo y otro negro, dispuestos en un espacio desprovisto de ornamentos superfluos. El fondo blanco actúa como un campo neutral que realza la interacción entre estas formas básicas y permite que el espectador se enfoque exclusivamente en su relación dinámica.

El cuadrado rojo, ligeramente desplazado del centro hacia la parte superior izquierda de la composición, se presenta en una posición inclinada, sugiriendo una cierta inestabilidad o movimiento. Este dinamismo se contrasta con la estática y sobria presencia del cuadrado negro hacia la parte inferior derecha. La disposición en diagonal del cuadrado rojo rompe con la rigidez del plano y convierte a la obra en una exploración del espacio y la forma en un contexto bidimensional. Esta interacción entre los dos cuadrados simboliza el choque y la armonía de fuerzas opuestas, lo que añade una capa de complejidad filosófica y emocional a la pieza.

El uso del color en "Aquí Hay Dos Cuadrados" es tan intencional como el manejo de las formas. El rojo, color de la revolución y el cambio, se empareja con el negro, que tradicionalmente se asocia con lo absoluto y lo desconocido. Esta dualidad cromática podría interpretarse como una metáfora visual de la transformación social y política que estaba ocurriendo en Rusia en esa época. No obstante, al ser un representante del suprematismo, El Lissitzky también pretende trascender lo meramente anecdótico y circunscribir su obra a una esfera de universalidad y abstracción.

En lugar de personajes o motivos realistas, la obra se destaca por su enfoque en lo esencial, una característica del suprematismo promovido por Kazimir Malévich, mentor de Lissitzky. Esta corriente artística busca la supremacía de la pura sensibilidad artística sobre el arte representativo. La obra de El Lissitzky, sin embargo, no se queda en la mera abstracción, sino que proyecta una visión de la construcción y el orden, preludiando su posterior incursión en el constructivismo, donde la funcionalidad y la técnica jugarían un papel primordial.

La influencia de "Aquí Hay Dos Cuadrados" es palpable en la posterior evolución del arte abstracto y geométrico. Esta obra no sólo es una pieza central en la carrera de El Lissitzky, sino también un punto de referencia ineludible para entender la transición del suprematismo al constructivismo. En este sentido, es posible rastrear la huella de esta pintura en trabajos posteriores como sus célebres Proun (Proyectos para la Afirmación del Nuevo), donde la fusión entre arte y arquitectura se vuelve aún más evidente.

En suma, "Aquí Hay Dos Cuadrados" es mucho más que una simple disposición de formas geométricas. Es un manifiesto visual que captura la esencia de una época marcada por el cambio y la experimentación, una obra que sintetiza las aspiraciones de un movimiento que buscaba redefinir no solo el arte, sino también la percepción misma de la realidad. La precisión y la claridad con la que El Lissitzky articula estos principios la convierten en una pieza fundamental y atemporal dentro del vasto panorama del arte moderno.

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