Onagras En El Jarrón - 1885


Tamaño (cm): 75x50
Precio:
Precio de venta$360.00 CAD

Descripción

La obra "Onagras en el jarrón" (1885) de Paul Gauguin se erige como un ejemplo paradigmático de la transición del postimpresionismo a un estilo más personal y distintivo que caracterizaría la producción artística del autor en años posteriores. En esta pintura, Gauguin despliega una combinación impresionante de color y forma, ofreciendo al espectador una experiencia sensorial que trasciende la mera representación de la naturaleza.

Al observar la composición, encontramos un jarrón que ocupa el centro de la obra, contenido en un entorno que parece cotidiano pero que se transforma en un escenario visual de intensa saturación cromática. Las flores, representadas por las onagras, están dispuestas de tal manera que parecen bailar en el interior del jarrón, sus pétalos exhiben un rango de colores amarillos y anaranjados que contrastan notablemente con el fondo oscuro. Este uso del color, típico de Gauguin, refiere no solo a la realidad de las flores, sino que también evoca una carga emocional que invita a la reflexión sobre la belleza efímera de la vida.

El uso estratégico de colores complementarios intensifica la profundidad de la obra. Los verdes oscuros del fondo, así como el azul que se insinúa en la parte superior, no solo enmarcan el jarrón, sino que contribuyen a centrarnos en el esplendor de las flores. Este enfoque resuena con la intención del artista de capturar no solo la apariencia visual, sino también el sentido de la experiencia interna del observador frente a la naturaleza. La pincelada visible y voluptuosa de Gauguin no solo apela a un capturado momento de quietud, sino también a un sentimiento de inmediatez, como si el espectador hubiese interrumpido un instante de la naturaleza en su ser más puro.

Interesantemente, la obra se sitúa en un contexto donde Gauguin comienza a alejarse de la representación fiel a la naturaleza que caracterizaba el impresionismo, buscando en su lugar una expresión más subjetiva. Esto se puede ver en el simplismo casi abstracto de algunas formas y en el uso de color no naturalista. La elección de una paleta vibrante y emocional es un preludio de las exploraciones posteriores en su carrera. Este enfoque hacia el simbolismo y la emotividad se haría más evidente en sus trabajos posteriores, especialmente durante su tiempo en Tahití, donde su contacto con culturas distintas alimentaría su búsqueda de una autenticidad artística.

Aunque "Onagras en el jarrón" no presenta personajes en el sentido tradicional, la presencia de la naturaleza misma se convierte en la protagonista. Las flores no solo decoran el espacio, sino que también invitan a la contemplación de la vida, la muerte y la belleza en su estado más crudo. Es un diálogo visual que recuerda la interconexión que Gauguin percibía entre lo físico y lo espiritual.

A través de esta obra, Gauguin anticipa no solo su propia evolución artística, sino también influencias posteriores en el arte moderno, donde el color y la forma serían utilizados como vehículos para expresar el ser interno del artista. "Onagras en el jarrón" se alza como un testimonio de su maestría en la utilización del color y la forma para evocar estados emocionales, y un recordatorio de que la belleza puede residir en lo simple y lo cotidiano. Con cada flor pintada, Gauguin deja una huella imborrable no solo en la historia del arte, sino en la percepción de lo que estas últimas pueden significar en la experiencia humana.

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